10/03/2023

« Cuerpo y Alma » Crònica del concert de Manel Camp i Gemma Abrié, per Pere Pons


Una ‘gorga’ es una poza donde las aguas del rio detienen su cauce para convertirse en un remanso de serena profundidad. Es como si detuvieran por un momento su recorrido hacia lo inevitable, aquello del mar que es el morir -ya saben-, y nos permitieran contemplarnos en su espejo antes de zambullirnos en sus entrañas en compañía del reflejo de la luna.

Fiel a esa naturaleza, el Centre Cultural La Gorga -en pleno corazón de un Palamós en estado de hibernación- acogió una de esas propuestas musicales que uno quisiera ver diseminadas por todo el territorio, para así avanzar hacia una verdadera revolución estética y ética donde la música y el canto, el arte, recuperaran la relevancia que le concedieron nuestros antepasados griots.

Bien, allí que fuimos para ver si algo se nos pegaba y después de poco más de una hora de hechizo volvimos a casa renovados en cuerpo y alma. Seguíamos teniendo las manos y los pies en su sitio, pero indefectiblemente ya no éramos los mismos. Porque ese es el propósito del arte y aquello que le da auténtico sentido. Que te remueva, que te zarandee, que te transforme.

Y eso es lo que consiguieron el pianista Manel Camp y la cantante (y contrabajista) Gemma Ab Re con su bellísima propuesta Jazz Càntic. Desde la elegancia y la discreción que les caracteriza, no exentas de una medida intensidad, pusieron a nuestro alcance un ramillete de antiguas canciones remodeladas a la manera del jazz. Y cuando digo ‘antiguas’ no me refiero a temas desfasados de modas pasadas, sino a composiciones eternas firmadas por autores como Monteverdi, Purcell o Bach, incluso anónimos del Renacimiento y piezas tan reveladoras como “Folle é ben che si crede” de Tarquinio Merula o “Se que me muero” de Jean Baptiste Lully.

Canciones que son pura orfebrería sonora y que en las manos artesanas de Manel Camp toman forma de nobles esculturas para los oídos. Con el mismo cincel con el que Camp ha diseñado en el transcurso de sus 75 años de vida buena parte de nuestra geografía sonora, se ha sumergido el maestro en la poza de ese cancionero antiguo, y del cofre de sus profundidades ha pulido sus joyas hasta dejarlas como nuevas.

Junto a él, la voz que es trino de Gemma Abrié, un canto limpio, honesto y transparente. Un decir la poesía desde la verdad que lleva dentro sin florituras ni excesos. Con la técnica suficiente para instaurar el ‘scat’ en la corte de los Médici y que sea la emoción y la sensibilidad lo que reine mientras condena al destierro el artificio.

En el perfecto equilibrio entre la belleza de lo lírico y la rugosidad de los suburbios, parece que sean perlas de nácar y ébano las que visten el aire que sale de su garganta en forma de canto luminoso y tenue a su vez . Como ese “Body & soul” invocando a la mismísima Sara Vaughan. La diva que se envolvía en pieles para desafiar a la reina Lady Day.

Lo dicho, el día que consigamos valorar esos tesoros que nos enriquecen y que tenemos a nuestro alcance, quizás aprenderemos a ser algo menos miserables.

Solo hay que detenerse un rato en ‘la gorga’ antes de que la corriente se nos lleve. Quizás aun estamos a tiempo.

© Gemma Abrié 2024